Por Susy Scándali
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Allá donde voy, visito el Mercado. Los Mercados con sus olores, sabores, y por sobre todo, su gente, me llaman cual flautista de Hamelin. No concibo estar en una ciudad que tenga Mercado y no conocerlo. Así que bien temprano por la mañana, mi primer día en El Salvador, me fui al Mercado. Con el correr de los días me di cuenta de que no había uno sólo, sino que son varios, aunque no sé si más de veinte como publicita la Alcaidía.
Como mi principal propósito al viajar a El Salvador, era conocer el “fenómeno Bukele“, ese mismo día comencé a hablar con la gente. Intuía que tenía mucha aceptación, más allá de los datos que había leído antes de viajar: caminando hacia el Mercado, pasé por varios negocios que vendían camisetas con la cara de Nayib Bukele y algunas de ellas, las vi puestas, aunque nunca en un cuerpo femenino.
Salvadoreñas y salvadoreños desbordan simpatía, les gusta hablar. Y si la interlocutora es extranjera, más todavía. Especialmente cuando después de descartar cualquier país de Europa o Estados Unidos como lugar de procedencia, descubrían que era argentina. El diálogo se abría generoso y siempre con una referencia a Messi –a lo que yo invariablemente agregaba “y Maradona”- y en muchos casos, felicitándome por el nuevo presidente, lo que congelaba mi sonrisa. Al principio quise explicar, después de unos días desistí: en El Salvador no tienen registro de derechos como los que se ven amenazados en la Argentina, de manera que me sentía hablando en mandarín, nadie –o muy pocos- me entendían.
“Tengo una hija adolescente, hoy puede caminar por la calle a cualquier hora. Hace un par de años eso era imposible, sobre todo de noche. Siempre estaba temiendo que me la agarraran los pandilleros y la violaran, vivía aterrorizada…”, dijo Margarita, propietaria de un céntrico negocio de venta de chucherías y ropa usada (hay montones de estas tiendas, la ropa proviene de Estados Unidos y se vende a partir de un dólar). Económicamente dice que está mejor, ahora que no tiene que pagar la “renta” a las maras.
Ya en el Mercado Central, el pescadero Tito (foto) afirmó que “con respecto a la seguridad estamos muy, muy bien. Ha sido lo máximo lo que ha hecho el presidente. Yo lo vuelvo a votar y ¿sabe por qué? Porque ha sido un presidente excelentísimo, como él desde hace muchos años no ha habido otro. Es el presidente que nos ha llevado a la libertad”. En cuanto a la economía, dijo que “siempre ha estado igual, hay días bien, días mal, pero siempre ha estado igual y como dice Nayib (Bukele), cuando no se roba alcanza”.
Horas antes de que llegara a El Salvador, se inauguraba el edificio de la Biblioteca Nacional, donado por el gobierno de la República Popular China. Con siete niveles para diferentes actividades, está abierta las 24 horas y por ahora, solamente recibe visitas del público, ya que todavía no comenzó a funcionar. Todos los días y a toda hora se forman largas filas de personas que quieren conocer su interior. A la salida de una de estas visitas, Carlos, quien viajó 120 kilómetros con su hijo sólo para conocerla, afirmó estar “sorprendido. Esto es algo del primer mundo, algo que sólo en Europa se puede apreciar y nosotros gracias al presidente, a las sabias decisiones que él toma, podemos contar con una maravillosa biblioteca como ésta”. Resaltó que “ahora podemos vivir en libertad gracias a él” y en cuanto a la economía, dijo que “hay un problema mundial, pero en El Salvador estamos bien, acá andamos, gastamos, tenemos trabajo…”. A su lado, Carlitos decía contento que “la biblioteca es bien bonita, sí que es rechula”.
Una sola mujer, Eli, peluquera en el Mercado, expresó bajando la voz que “el presidente debería ocuparse de los niños que quedan abandonados cuando llevan presas a sus madres”. Fue la primera crítica. Y hasta el VIII Encuentro de Periodistas Feministas que se realizó en Guatemala, la única.